Dario Paredes: La reciedumbre de moral politica en el PLD

La reciedumbre es una de las virtudes humanas que debe poseer el hombre que aspire a la perfección y, por tanto, una de las que nos  inculcara, a sus hijos, don Roberto Paredes, para que llegaramos a ser hombres maduros, íntegros y responsables.

"Lo primero es el temple del alma ante la adversidad, de mantenerse enhiesto a pesar de las dificultades". Me decía mi viejo. La reciedumbre es el ejercicio permanente de esa misma virtud en la vida cotidiana. La resiliencia es la versión moderna de estas virtudes ancestrales, con el componente añadido de que no es solo el hecho de mantenerse de pie, sino el asumir como positivo el aparente sinsentido de una experiencia dolorosa. 

En efecto, no hay vivencia de la que no se pueda sacar algo positivo. Tras cada caída, existe no solo la posibilidad de levantarse, sino la posibilidad de crecer aún más de lo que lo habíamos hecho antes de ese quizá fatídico momento.

De hecho, en la sabiduría popular encontramos decenas de dichos que resaltan la virtud de superación de la adversidad: "hacer de tripas corazón", "templar a fuego lento". En dos palabras: saber hacer de los escollos, dolores, adversidades, fuente de alegría, paz y energía.

Recuerdo, con nostagia que con apenas 10 años de edad ya Dario realizaba uno que otros trabajos para ayudar con la carga del sustento en nuestro humilde hogar, nunca olvidare que mis primeros pantalones largos los compraste con tu primer salario como empleado de la muebleria de don Fermin.

la virtud que lleva a abrirse paso hacia el bien, luchando enérgicamente por superar las dificultades que aparecen en el camino con voluntad, dureza, señorío y dominio del propio yo.

Sin embargo, no hemos de confundir la fortaleza con la temeridad o la insensatez. El fuerte no busca ser herido por propia voluntad. Sin prudencia no puede haber fortaleza. No se trata, pues, de una exposición necia al peligro, sino de una prudente y decidida determinación, si llega el caso, de exponer lo que sea necesario para la consecución del bien.

Es penoso encontrar personas que no han sido preparadas para afrontar la vida con  fortaleza, voluntad, dureza, señorío y dominio del propio yo. Nos fortalecemos en la adversidad. Entre más conscientes de las limitaciones, agradecidos ante la vida, tanto más fuertes nos hacemos.

Son los fuertes, los que hacen lo que deben, cueste lo que cueste; sin escatimar esfuerzos; los que hondamente han encontrado el fin de su vida y a él se dirigen sin vacilar; los que saben situarse por encima de una serie de circunstancias adversas que a un pusilánime le desviarían de su meta; los que no temen al calor, ni al frío, ni al hambre o la sed; los que en la batalla tienen miedo pero no lo parece; los que lloran a solas y momentos después sonríen a su mujer; aquellos que saben mucho de responsabilidad; los que no se dejan traicionar por el egoísmo o la ambición.
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