Leonel Fernández es el más exitoso de nuestros políticos
Leonel Fernández |
Los adversarios del expresidente Leonel Fernández, no han logrado entender ni procesar debidamente el fenómeno que ha encarnado con el propósito de enfrentarlo y combatirlo, y es eso lo que ha determinado que en todas las contiendas en las que se han medido con él, han salido derrotados, vencidos. El gran ganador ha sido Leonel, a fin de cuentas, y, en política --y más en nuestra política-- eso es lo que cuenta.
Saliendo vencidos por Fernández, desde antes del 1996, cuando se lanzó por vez primera como candidato presidencial, sus adversarios han venido sufriendo derrota tras derrota --le ha ganado 5 elecciones al opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD) sin perder la primera--, lo que ha provocado que desde entonces y hasta nuestros días contra el ex presidente de la República y presidente del oficialista Partido de la Liberación Dominicano (PLD), desde sectores diversos de la sociedad, se vengan acumulando odios, resentimientos y ansias de venganza.
Esa acumulación de odios y resentimientos obnubila la capacidad de estudio, análisis y razonamiento del fenómeno Leonel para políticamente combatirlo y ganarle por lo menos una batalla.
República Dominicana, antes de que Fernández irrumpiera como opción presidencial, contaba con grupos políticos (inclusive al margen del peledeísmo), intelectuales, comunicadores, artistas, profesionales de diversas áreas, que conocían de un joven talentoso que se abría paso en el PLD al que bien se le podía ver como parte del necesario relevo generacional que debía darse en el quehacer político nacional, debido a que se entendía que las figuras de predominio, como el profesor Juan Bosch, Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez, Euclides Gutiérrez, Norge Botello, Milagros Ortiz Bosch, etc., estaban en un proceso de desgaste.
Entre los que apostaban al relevo y veían con buenos ojos a Leonel había analistas, académicos, dirigentes de izquierda, periodistas..., que, por buen tiempo habían jugado un rol protagónico en los debates nacionales. Figuras de mucho peso en sus exposiciones y opiniones, tanto en el orden político-partidario, como en el tratamiento de las problemáticas que laceraban al país.
La aceptación y positiva valoración de Fernández por parte de esos grupos todavía se mantenía cuando el profesor Juan Bosch lo escogió como su compañero boleta; como el candidato vicepresidencial del PLD para los comicios del 1994.
Cuando reaccionaron en contrario fue en 1995, cuando con más del 92% de los votos, fue elegido candidato presidencial del partido morado, dejándole poco más de un 7% a sus contendores internos, entre los que se encontraban Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix.
A partir de ahí el muchacho comenzó a ser mal visto, inclusive por los compañeros de partidos (y sus seguidores) que salieron perdidosos en la competencia por la candidatura presidencial del 1996. A partir de entonces los representantes de esos sectores "progresistas" que en un primer momento vieron al talentoso joven de Villa Juana como una reserva incuestionable para el relevo generacional en la política doméstica, comenzaron a verlo con ojeriza. A partir de entonces comenzaron a entender que había que frenar su ascenso porque ya como candidato a la Presidencia representaba una maldición de consecuencias inimaginables para la nación.
El salto del muchacho fue de garrocha y los dejaría a todos detrás; a más de una generación. El protagonismo y la influencia que habían amasado por varias décadas en foros públicos, periódicos, programas de radio y televisión, apareciedo como figuras prominentes de la sociedad, quedarían relegados a planos secundarios y terciarios, con la aparición del nuevo fenómeno, la nueva sensación de la política criolla. Caerían en bajo perfil, por más esfuerzos que realizaran para estar en primer plano. Los egos fueron lacerados, heridos, y eso, para determinadas élites, es imperdonable.
Leonel ganó sus primeras elecciones en 1996. Dejó el poder en el 2000 y retornó en el 2004. Se mantuvo hasta el 2012. Ha demostrado que es un animal político. Y está convencido de que "el fin justifica los medios". Leonel no tiene prurito para lograr sus objetivos dentro y fuera del poder. No respeta valores éticos ni morales en ese orden, independientemente de que en otro contexto los valore. En el político no. En este orden ha sido un alumno aventajdado de los dos grandes zorros políticos de nuestra historia contemporánea: Juan Bosch, en lo ético-político, y Joaquín Balaguer en el pragmatismo político.
Es el patrocinador del surgimiento de una nueva camada de poderosos millonarios a costa del Estado. No hay recurso jurídico que pueda calificar de delito lo que se ha hecho, aunque éticamente sea cuestionable. El sistema, con sus deficiencias institucionales arrastradas por décadas y décadas y por todos los gobiernos que nos hemos gastado, permite que eso ocurra.
Leonel le ha resultado un hueso duro de roer a sus adversarios dentro y fuera del PRD. Tan duro que lleva de 5-0 y con probabilidades reales de volver a ganar cuando retorne tras el poder, por lo que alcanzaría el envidiable average de 6-0.
La acumulación de odios, resentimientos y la sed de venganza, es cada vez mayor, y les cega los sentidos para enfrenarlo con inteligencia requerida. En tanto, Leonel traza su estrategia, se comporta y contra-ataca como el político que es, indiscutiblemente, en términos de resultados, el más exitoso de nuestro maleado sistema.
Saliendo vencidos por Fernández, desde antes del 1996, cuando se lanzó por vez primera como candidato presidencial, sus adversarios han venido sufriendo derrota tras derrota --le ha ganado 5 elecciones al opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD) sin perder la primera--, lo que ha provocado que desde entonces y hasta nuestros días contra el ex presidente de la República y presidente del oficialista Partido de la Liberación Dominicano (PLD), desde sectores diversos de la sociedad, se vengan acumulando odios, resentimientos y ansias de venganza.
Esa acumulación de odios y resentimientos obnubila la capacidad de estudio, análisis y razonamiento del fenómeno Leonel para políticamente combatirlo y ganarle por lo menos una batalla.
República Dominicana, antes de que Fernández irrumpiera como opción presidencial, contaba con grupos políticos (inclusive al margen del peledeísmo), intelectuales, comunicadores, artistas, profesionales de diversas áreas, que conocían de un joven talentoso que se abría paso en el PLD al que bien se le podía ver como parte del necesario relevo generacional que debía darse en el quehacer político nacional, debido a que se entendía que las figuras de predominio, como el profesor Juan Bosch, Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez, Euclides Gutiérrez, Norge Botello, Milagros Ortiz Bosch, etc., estaban en un proceso de desgaste.
Entre los que apostaban al relevo y veían con buenos ojos a Leonel había analistas, académicos, dirigentes de izquierda, periodistas..., que, por buen tiempo habían jugado un rol protagónico en los debates nacionales. Figuras de mucho peso en sus exposiciones y opiniones, tanto en el orden político-partidario, como en el tratamiento de las problemáticas que laceraban al país.
La aceptación y positiva valoración de Fernández por parte de esos grupos todavía se mantenía cuando el profesor Juan Bosch lo escogió como su compañero boleta; como el candidato vicepresidencial del PLD para los comicios del 1994.
Cuando reaccionaron en contrario fue en 1995, cuando con más del 92% de los votos, fue elegido candidato presidencial del partido morado, dejándole poco más de un 7% a sus contendores internos, entre los que se encontraban Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix.
A partir de ahí el muchacho comenzó a ser mal visto, inclusive por los compañeros de partidos (y sus seguidores) que salieron perdidosos en la competencia por la candidatura presidencial del 1996. A partir de entonces los representantes de esos sectores "progresistas" que en un primer momento vieron al talentoso joven de Villa Juana como una reserva incuestionable para el relevo generacional en la política doméstica, comenzaron a verlo con ojeriza. A partir de entonces comenzaron a entender que había que frenar su ascenso porque ya como candidato a la Presidencia representaba una maldición de consecuencias inimaginables para la nación.
El salto del muchacho fue de garrocha y los dejaría a todos detrás; a más de una generación. El protagonismo y la influencia que habían amasado por varias décadas en foros públicos, periódicos, programas de radio y televisión, apareciedo como figuras prominentes de la sociedad, quedarían relegados a planos secundarios y terciarios, con la aparición del nuevo fenómeno, la nueva sensación de la política criolla. Caerían en bajo perfil, por más esfuerzos que realizaran para estar en primer plano. Los egos fueron lacerados, heridos, y eso, para determinadas élites, es imperdonable.
Leonel ganó sus primeras elecciones en 1996. Dejó el poder en el 2000 y retornó en el 2004. Se mantuvo hasta el 2012. Ha demostrado que es un animal político. Y está convencido de que "el fin justifica los medios". Leonel no tiene prurito para lograr sus objetivos dentro y fuera del poder. No respeta valores éticos ni morales en ese orden, independientemente de que en otro contexto los valore. En el político no. En este orden ha sido un alumno aventajdado de los dos grandes zorros políticos de nuestra historia contemporánea: Juan Bosch, en lo ético-político, y Joaquín Balaguer en el pragmatismo político.
Es el patrocinador del surgimiento de una nueva camada de poderosos millonarios a costa del Estado. No hay recurso jurídico que pueda calificar de delito lo que se ha hecho, aunque éticamente sea cuestionable. El sistema, con sus deficiencias institucionales arrastradas por décadas y décadas y por todos los gobiernos que nos hemos gastado, permite que eso ocurra.
Leonel le ha resultado un hueso duro de roer a sus adversarios dentro y fuera del PRD. Tan duro que lleva de 5-0 y con probabilidades reales de volver a ganar cuando retorne tras el poder, por lo que alcanzaría el envidiable average de 6-0.
La acumulación de odios, resentimientos y la sed de venganza, es cada vez mayor, y les cega los sentidos para enfrenarlo con inteligencia requerida. En tanto, Leonel traza su estrategia, se comporta y contra-ataca como el político que es, indiscutiblemente, en términos de resultados, el más exitoso de nuestro maleado sistema.