Artesanas visten de color la Carretera Duarte

Piedra Blanca.-Estas mujeres tuvieron que esperar muchos años y pintar de vivos colores la autopista Duarte (en el área de la comunidad de Piedra Blanca) antes de que empezáramos a ver con otros ojos su trabajo.

Antes, cuando íbamos al campo, era común ver estas alfombras hechas de retazos de telas: la ponían en la habitación frente a la cama para que al levantarte  “no pises lo frío,” y al lado de la bacinilla para no mojar el piso si te levantabas por las madrugadas a usarla.

Pero también los choferes de carro público lo usaban en el tablero delantero, detrás y hasta como forro de sus asientos.  Otro de sus usos era colocarlas debajo de las monturas de los caballos.

Pero las cosas han cambiado:  hoy día las pellizas adornan ricos hogares, hoteles y restaurantes en todo el país. Jueves por la mañana. La decoradora de interiores, Rossy Herrera, baja de la jeepeta (4×4 o “todo terreno”) que conduce una amiga. Viene a negociar con doña Juana Bautista un par de grandes pellizas, preferiblemente blancas y negras.  “Hace mucho que le compro a doña Juana, me gustan mucho estas alfombras para minimizar los espacios grandes”, dice Rossy, que vive en Santo Domingo. Como ella, muchas decoradoras (y decoradores) cada día es más frecuente que usen este elemento en sus trabajos.

Los precios de las pellizas  van desde 600 pesos  las pequeñas  a mil 500 y dos mil pesos las grandes y muy elaboradas. Sin embargo, esto no resuelve las necesidades económicas de la mayoría de estas mujeres que de la venta diaria obtienen  sustento:  “tenemos mucho trabajo y hay dias que no se vende ni una de las (pellizas) chiquitas”, recalca doña Juana Bautista, cuyo negocio está justo debajo de su casucha rodeada de la roja tierra de Piedra Blanca.

Manos, retazos y colores. Hace 6 años que Maritza Tejada, una negra alta,  voluntariosa  y a quien  según cuenta “desde chiquita me gusta negociar”   tiene su propio taller, en Piedra Blanca.  Tenía seis empleadas “pero como la cosa está tan dura” tuvo que suspender tres.  Aquí pasa gran parte del día poniendo en orden las cantidades de retazos que compran en la zona franca de La Vega.

“A mí me encargan de todas partes del país: de La Romana, Puerto Plata, Santo Domingo, La Vega, Santiago… mucha gente viene a comprar para revenderla”.

Una de sus empleadas es doña Leonarda. Propietaria de una dulce sonrisa y una hermosa y abundante cabellera blanca,  lleva en un respetable moño blanco. Es diestra en el arte de introducir retazos en la base (que puede ser de tela o sacos de plástico).  Hace tres años que llegó de Cotuí con su familia y desde entonces trabaja con Maritza.

Dice que no la sorprende que a la gente le gusten tanto las pellizas “porque en verdad son muy lindas y la hacemos con mucha paciencia y amor”.

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