Playa Diamante ubicada en Cabrera, Nagua, es ideal para los más chiquitos y para los que le temen al agua
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La
playa, una ensenada hermosa, no se ve desde la carretera que une a Nagua
y Cabrera con Río San Juan; hay que adentrarse unos metros (a la
derecha si viajamos de sur a norte) para que aparezca como un regalo
ante nuestros ojos.
Los árboles de los extremos ofrecen mucha sombra y
las pierdras y raíces dejan colar las aguas de un río subterráneo que
parece desparramarse por toda la playa, a juzgar por los minúsculos
borbotones que brotan y hieren la arena. Las olas llegan a la orilla de
forma imperceptible, pero si una se queda mirándolas, nota que la marea
las arrastra tierra adentro suavemente, como un lento, tierno y delicado
beso.