"Santa" Semana en Samana
LAS TERRENAS, Pueblo de Pescadores. Era domingo 12 de enero de 1493. Para el Almirante y sus acompañantes, los Ciguayos parecían caníbales, eran distintos a los Taínos, astutos y guerreros, defendían sus tierras.
Su astucia se puso en evidencia cuando permitieron que Colón desembarcara, hicieron algunos negocios de intercambio con los españoles, pero luego cambiaron de actitud, y le fajaron a flechazos.
Desde que Cristóbal Colón intentó poner los pies en las tierras de esta exuberante península, con intenciones de conquistas, los indios Ciguayos le marcharon con lo que tenían: a flechazos limpios fueron repelidos aquellos intrusos.
De ahí surgió el nombre "Golfo de las Flechas". La hostilidad hacia los extraños no tiene nada que ver con la hospitalidad que en estos tiempos brindan los samanenses a miles de turistas que visitan esta ciudad costera, donde los carpinteros taladran sin cesar los cocoteros, el agua marina- con su verdiazul- se mece en su propio marco, rodeada de cavernas y montañas que conforman una sinfonía de colores, sonidos y belleza, única de República Dominicana.
¿Quién sabe qué tipo de engaño advirtieron los Ciguayos que reaccionaron de esa manera? Aquellos pobladores autóctonos eran muy perspicaces para dejar pasar inadvertida cualquier treta.
La historia de un eventual engaño parece no estar reseñada por los historiadores contemporáneos, pero conociendo como se conoce la abundante documentación de saqueo y estafa de los colonizadores, no fue de gratis que los Ciguayos, liderados por el cacique Mayobanex, la emprendieran contra los invasores.
Este violento escarmiento de los Ciguayos fue tan significativo en la historia de la conquista y colonización de La Hispaniola, que el padre Bartolomé de las Casas hace mención de la siguiente manera: "Y esta fue la primera pelea que hobo en todas las Indias, y donde hobo derramada sangre de indios, y es de creer que murió el de la saetada (flechada), y aún en las nalgas desgarradas no quedaría sano".
Entre historiadores e investigadores hay diferencias de criterio relativas a la procedencia de aquellos guerreros Ciguayos y sus orígenes étnicos.
El propio Colón sabía que no se estaba enfrentando a gente que se pudiera enredar tan fácil, como ocurrió con otros indígenas de la isla. El Almirante solo equiparaba a Los Ciguayos con Los Caribes, por su arrojo. Para darnos cuenta de la opinión que Colón tenía sobre los primeros, transcribimos sus palabras: "...Que si no son de los caribes, al menos deben ser fronteros y de las mismas costumbres, y gente sin miedo, no como los otros de las otras islas que son cobardes y sin armas fuera de razón". El valor de los indios y jefes Ciguayos se iba a poner de relieve contra los españoles en otras circunstancias, a pesar del poder militar-naval, y logístico de las fuerzas de España.
Los Ciguayos defendieron sus territorios hasta con la muerte, como ocurrió con Mayobanex, que murió encadenado en el año 1502, en la Fortaleza de la Concepción tras negarse a entregar a los españoles al cacique Guacanacarix. Muchos intentos por apoderarse- o entregar sin más ni más- esta península de Samaná han fracasado, como recoge la historia.
Quinientos once años después, las reyertas entre autoridades locales y extranjeros que vienen en paz para ayudar al país a desarrollar sus potencialidades turísticas, asoman la cabeza y se tornan fastidiosas, no solo para los inversionistas, sino para un simple ciudadano que observa desde las gradas algunas manifestaciones extrañas.
No bien se desmontaron los equipajes para las vacaciones de Semana Santa, la amabilidad del propietario de uno de los hoteles en Playa de Pescadores se puso de manifiesto; en la cara del francés, empero, se dibujaba una preocupación, una amargura que trató de esconder a sus clientes.
Es de conocimiento de autoridades locales y nacionales que parte del pandemonio originado en la posesión de las tierras y los títulos definitivos, hay una amplia historia de estafa, extorsión y tráfico, arrastrado por años en los archivos nacionales de tierras, que justo es reconocer comenzaron a organizarse hace algunos años.
El celo de algunas autoridades, las conocidas historias de extranjeros estafadores (o estafados), las mordidas de jefecitos locales, conforman una telaraña en la que un extranjero, acostumbrado a las formalidades de sus países como el aludido francés, muchas veces no sabe a qué abstenerse.
Bajo los cocoteros, azotadas las caras por el fuerte viento marino de la zona, el francés en cuestión se explaya, entra en confianza, y nos narra el dilema en el que se encuentra, pues a la gran inversión en millones de dólares que hizo por creer en este país, aquel esfuerzo comienza a parecerle un extravío, siente la impotencia de no lograr establecer un bar de playa del que muestra documentos de autorización, pero que no tienen validez.
La alcaldesa en funciones, Mariana Vanderhorst, una mujer activa, dinámica y conocedora de los embrollos litigiosos de cada metro de tierra que afecta la zona, comprende y trata de zanjar una solución, que no depende exclusivamente de su criterio, sino que debe contar con el aval de la Sala Capitular, de Medio Ambiente y del Ministerio de Turismo. El francés lo entiende, quiere hacer los trámites correctos, pero a veces opiniones encontradas de las diferentes instancias que inciden, hacen que se estrelle con un muro de dudas, difícil de derribar. El visitante, que no guarda formas, quiere disfrutar el momento y vive su vida loca.
A pesar de los altavoces con la estridente música "Dembow", la aceleración irracional de los Four Wheels, con los tubos de escape rotos, y el run-run de los conflictos que generan autoridades locales con inversionistas, en Playa Pescadores, en Las Terrenas, se encuentra un espacio para el descanso, el disfrute de la naturaleza, en un intento por "desconectarse".
