Los derrotados de mayo
Cuando Juan Bosch se consagró como el referente político más importante tras la caída de la tiranía en 1961, uno que otro de los que hoy son líderes de opinión, se convirtieron en paladines de una campaña rastrera contra el Maestro. Medio siglo después mutaron en sus hijos y herederos políticos, en su nostalgia y melancolía anti peledeísta, actitud que solo la frustración política puede explicar.
Todo lo que provenga del partido fundado por Bosch hay que sacudirlo y cuestionarlo hasta la saciedad. Por eso, quienes en el PLD y el gobierno pudiesen creer que estas gentes, que se reúnen, con todo el derecho de opositores, a trazar estrategias para mellar la imagen de los gobiernos del PLD, son personas a las que se puede atribuir sinceridad en el ejercicio de su profesión, están equivocados.
Quien no toma en cuenta a su público, no se respeta a si mismo. Y quienes en esta circunstancia histórica asumen un rol supuestamente genuino en el debate de los problemas que constituyen la agenda nacional, ciertamente que lo hacen con todo derecho por ser ciudadanos libres, pero de ahí a que actores políticos oficiales y del PLD lleguen a creerle, es como para que nos sentemos nuevamente a revisar la historia reciente a partir de un Círculo de Estudio.
Solo hay que hacer un ejercicio simple en Santo Domingo, tomando el camino que conduce al Archivo General de la Nación, magistralmente dirigido por el doctor Roberto Cassá. En aquel edificio dignamente rescatado hace ocho años, encontramos las colecciones de los periódicos, pulcramente cuidadas por el celo de un hombre que tiene sentido de la historia. Para recordar los hechos que constituyen los sucesos recientes de la República Dominicana, basta con ojear las colecciones de los más importantes diarios de la nación.
Una lectura cuidadosa de esa hemeroteca y de otros documentos conservados allí, nos lleva a los hechos, sus protagonistas, las fechas en que ocurrieron y la visión de los personajes que los protagonizaron. En el Archivo General de la Nación se desentrañan personajes de hoy y de ayer, políticos y periodistas, que con sus plumas en artículos de opinión de revistas y diarios, asumieron posiciones arteras contra la democracia y a favor de los intereses más bastardos.
Hay que ver, por ejemplo, los documentos en los que está hurgando el dilecto amigo e intelectual cubano, doctor Eliades Acosta Matos, quien publicó en septiembre pasado "Revolución Inconclusa", fruto de sus trabajos, una obra documentada que viene a desmontar las sandeces e infundios que se tejieron en las campañas contra Bosch.
Este libro, publicado por la Fundación Juan Bosch, a propósito del 50 aniversario del golpe de Estado, sustentado con documentos del Archivo General de la Nación, desarticula muchas de esas campañas inescrupulosas, entre ellas aquella cuya intención fue la de convencer al pueblo de una supuesta incapacidad del profesor y de su equipo para gobernar.
Acosta Matos contrasta en la página 440 y 441 cómo los detractores militares de aquella época y, más recientemente, en la obra "Juan Bosch no quiso gobernar", 1990, de Belarminio Ramírez Morillo, insistieron sobre la supuesta incompetencia del líder del PLD. Al referirse sobre el tema, Ramírez Morillo dice lo siguiente de Bosch: "seguía siendo un político impregnado de odio y a la vez manifestaba su impotencia para enfrentar los problemas nacionales. Sus actitudes políticas lo descalificaban para gobernar". Sus palabras son la medida de su encono al triunfo del intelectual y político.
Hacer historia, periodismo o comunicación con seriedad, no solo implica apegarse a la verdad, que es la mayor de las metas, junto a la de servir al bien común, sino respetar el honor, el buen nombre y la dignidad de su semejante, como lo establece el capítulo 1, relativo a los derechos fundamentales incorporados en la reforma a la Carta Magna de 2010.
Hay gente que se apandilló contra Bosch, y ese mismo grupo de resentidos, creyendo que los derechos constitucionales a la libertad de expresión, de información, de ideas y opiniones, así como el libre acceso a las informaciones y fuentes noticiosas, que se ha ganado esta sociedad , les da patente de corso para decirle, por ejemplo, ladrón a cualquiera, y que eso no tiene consecuencias.
Acosta Matos rebate con documentos históricos el mito de que Bosch fue débil para enfrentar los poderosos intereses de la oligarquía, los militares y el imperialismo. Hace un razonamiento lógico: si las Fuerzas Armadas y la Policía heredadas por Bosch eran cuerpos formados por la dictadura y que continuaron con atropellos bajo el Consejo de Estado, y fueron quienes fusilaron a los muchachos del 14 de Junio, ¿cómo es posible que Bosch fuera un presidente títere de los mismos que le dieron el golpe?
Esa campaña artera no solo ha ocurrido con Bosch, sino con muchos de sus discípulos, empezando por Leonel Fernández y con todo aquel que tenga ideas contrarias y sea exitoso. Y quien se defienda de la sarta de insultos, está atropellando o tratando de meter miedo. No, señores, defender el honor es un derecho legítimo consagrado en la Constitución, que tiene toda persona que se haya sentido difamada, ultrajada u ofendida en su dignidad.
Estos, por suerte, no son tiempos electorales, donde todos los temas se pierden en la bullanguería de la campaña. Esa legión de hiénidos, que fue derrotada en mayo pasado, es la misma que también atribuía incapacidad para gobernar a Danilo Medina. No nos confundamos, son los derrotados de mayo.
Todo lo que provenga del partido fundado por Bosch hay que sacudirlo y cuestionarlo hasta la saciedad. Por eso, quienes en el PLD y el gobierno pudiesen creer que estas gentes, que se reúnen, con todo el derecho de opositores, a trazar estrategias para mellar la imagen de los gobiernos del PLD, son personas a las que se puede atribuir sinceridad en el ejercicio de su profesión, están equivocados.
Quien no toma en cuenta a su público, no se respeta a si mismo. Y quienes en esta circunstancia histórica asumen un rol supuestamente genuino en el debate de los problemas que constituyen la agenda nacional, ciertamente que lo hacen con todo derecho por ser ciudadanos libres, pero de ahí a que actores políticos oficiales y del PLD lleguen a creerle, es como para que nos sentemos nuevamente a revisar la historia reciente a partir de un Círculo de Estudio.
Solo hay que hacer un ejercicio simple en Santo Domingo, tomando el camino que conduce al Archivo General de la Nación, magistralmente dirigido por el doctor Roberto Cassá. En aquel edificio dignamente rescatado hace ocho años, encontramos las colecciones de los periódicos, pulcramente cuidadas por el celo de un hombre que tiene sentido de la historia. Para recordar los hechos que constituyen los sucesos recientes de la República Dominicana, basta con ojear las colecciones de los más importantes diarios de la nación.
Una lectura cuidadosa de esa hemeroteca y de otros documentos conservados allí, nos lleva a los hechos, sus protagonistas, las fechas en que ocurrieron y la visión de los personajes que los protagonizaron. En el Archivo General de la Nación se desentrañan personajes de hoy y de ayer, políticos y periodistas, que con sus plumas en artículos de opinión de revistas y diarios, asumieron posiciones arteras contra la democracia y a favor de los intereses más bastardos.
Hay que ver, por ejemplo, los documentos en los que está hurgando el dilecto amigo e intelectual cubano, doctor Eliades Acosta Matos, quien publicó en septiembre pasado "Revolución Inconclusa", fruto de sus trabajos, una obra documentada que viene a desmontar las sandeces e infundios que se tejieron en las campañas contra Bosch.
Este libro, publicado por la Fundación Juan Bosch, a propósito del 50 aniversario del golpe de Estado, sustentado con documentos del Archivo General de la Nación, desarticula muchas de esas campañas inescrupulosas, entre ellas aquella cuya intención fue la de convencer al pueblo de una supuesta incapacidad del profesor y de su equipo para gobernar.
Acosta Matos contrasta en la página 440 y 441 cómo los detractores militares de aquella época y, más recientemente, en la obra "Juan Bosch no quiso gobernar", 1990, de Belarminio Ramírez Morillo, insistieron sobre la supuesta incompetencia del líder del PLD. Al referirse sobre el tema, Ramírez Morillo dice lo siguiente de Bosch: "seguía siendo un político impregnado de odio y a la vez manifestaba su impotencia para enfrentar los problemas nacionales. Sus actitudes políticas lo descalificaban para gobernar". Sus palabras son la medida de su encono al triunfo del intelectual y político.
Hacer historia, periodismo o comunicación con seriedad, no solo implica apegarse a la verdad, que es la mayor de las metas, junto a la de servir al bien común, sino respetar el honor, el buen nombre y la dignidad de su semejante, como lo establece el capítulo 1, relativo a los derechos fundamentales incorporados en la reforma a la Carta Magna de 2010.
Hay gente que se apandilló contra Bosch, y ese mismo grupo de resentidos, creyendo que los derechos constitucionales a la libertad de expresión, de información, de ideas y opiniones, así como el libre acceso a las informaciones y fuentes noticiosas, que se ha ganado esta sociedad , les da patente de corso para decirle, por ejemplo, ladrón a cualquiera, y que eso no tiene consecuencias.
Acosta Matos rebate con documentos históricos el mito de que Bosch fue débil para enfrentar los poderosos intereses de la oligarquía, los militares y el imperialismo. Hace un razonamiento lógico: si las Fuerzas Armadas y la Policía heredadas por Bosch eran cuerpos formados por la dictadura y que continuaron con atropellos bajo el Consejo de Estado, y fueron quienes fusilaron a los muchachos del 14 de Junio, ¿cómo es posible que Bosch fuera un presidente títere de los mismos que le dieron el golpe?
Esa campaña artera no solo ha ocurrido con Bosch, sino con muchos de sus discípulos, empezando por Leonel Fernández y con todo aquel que tenga ideas contrarias y sea exitoso. Y quien se defienda de la sarta de insultos, está atropellando o tratando de meter miedo. No, señores, defender el honor es un derecho legítimo consagrado en la Constitución, que tiene toda persona que se haya sentido difamada, ultrajada u ofendida en su dignidad.
Estos, por suerte, no son tiempos electorales, donde todos los temas se pierden en la bullanguería de la campaña. Esa legión de hiénidos, que fue derrotada en mayo pasado, es la misma que también atribuía incapacidad para gobernar a Danilo Medina. No nos confundamos, son los derrotados de mayo.
Escrito por Rafael Núñez