Acusada de asesinato, criolla 'se la juega' en PR

"El caso de la mucama", como ha bautizado la prensa boricua el viacrucis judicial de la dominicana Aida de los Santos y que provoca recelo entre la comunidad criolla en Puerto Rico, entra en una semana decisiva con la presentación de los últimos testigos por parte de la Fiscalía de la isla.

Aida de los Santos, de 58 años, es una dominicana que decidió irse ilegalmente a Puerto Rico, donde logró conseguir un trabajo como empleada doméstica de una pareja compuesta por Georgina Ortiz y Carlos Irizarry Yunqué, un eminente jurista que por 13 años fue miembro del Tribunal Supremo de esa isla.

La vida de esta dominicana cambió cuando el 17 de agosto de 2010 en un apartamento del distrito del Condado, en la capital puertorriqueña, su jefa murió a causa de una herida por arma blanca en el cuello. El cuerpo de la fallecida fue encontrado por su marido.

Hoy, en una telaraña jurídica, de investigaciones, hipótesis, pruebas 'circunstanciales' y serios cuestionamientos al sistema judicial, Aida de los Santos se encuentra en el banquillo de los acusados en un proceso que ha acaparado la atención de los boricuas.

Un jurado determinará si es culpable o inocente. De ser encontrada culpable, podría ser condenada a 139 años de cárcel.

El asesinato

El agente Ferdinand Acosta relató en una declaración jurada, que durante el interrogatorio que realizó a la mujer dominicana, el día del asesinato, ésta relató que alguien llamó a la casa y que su jefa no le permitió que abriera la puerta, por lo que permaneció en su lugar de trabajo habitual, la cocina.

El agente dijo que Aida le contó que oyó una discusión, pero que bajó al estacionamiento del condominio, ya que la señora de la casa le pidió que ayudara a su esposo a subir una compra. Al bajar, dijo, no encontró al esposo.

Al subir de nuevo al apartamento, comenzó a llamar a su patrona, relató Aida, quien dijo al agente que al ver que esta no le respondía, fue a su habitación, abrió la puerta y que ahí estaba un hombre acompañando a la señora de la casa, quien le dijo que corriera para que salvara su vida, porque su esposo le había tendido una trampa.

Explicó que en ese momento, el hombre con guantes y enmascarado, la agarró por el cuello, la llevó hasta la cocina y allí, con un cuchillo puesto en el cuello, le dijo que se fuera inmediatamente y que si decía algo la mataba a ella y a sus nietos.

Asustada e imaginando que este incidente no tendría el trágico final que tuvo, Aida corrió atemorizada a su casa y sin atreverse a poner una denuncia a la Policía, por su condición de ilegal.

Aunque ella no confirmó la información, se ha dicho de que la doméstica sospechaba que este hombre era el mismo que extorsionaba a 'Doña Ginni' –como le apodaban a la señora Ortiz-, con quien ella "mantenía una relación extramarital", por lo que el asunto no pasaría de ser una "riña de pareja".

El dinero y las prendas

Durante las investigaciones, las autoridades puertorriqueñas descartaron el robo como móvil del asesinato. Sin embargo, en uno de los interrogatorios un agente responsabilizó a Aida de ser responsable de la ausencia de un reloj valorado en unos $25,000 dólares.

Aida declaró, indignada, que nunca tocó ese reloj, porque su jefa guardaba todo en una caja fuerte.

Pero explicó que unos dos meses antes del crimen, la señora tenía un problema y le había manifestado que necesitaba $10,000 mil dólares, ya no podía sacarlos de su cuenta porque su esposo se podía dar cuenta, y que le preguntó si conocía a alguien que prestara a crédito.

Aida relató, entonces, que como ella acababa de cobrar $5,000 dólares de un 'san', le prestó el dinero y que su patrona le dio en garantía unas pulseras, unos corazones y unas piedras. Este evento se conoce porque fue la misma Aida quien lo contó a la Policía boricua.

Negó, asimismo, versiones de que tuviera más lealtad hacia el ex juez que a doña Georgina –lo que fue 'lanzado' como hipótesis de algún tipo de relación personal e incluso íntima entre ambos- y aseguró, que en el año y medio que duró trabajando allí solamente recuerda que él le dirigiera directamente la palabra para pedirle que le pegara un botón a una camisa. "Allí la dueña y señora era ella, y era quien daba las órdenes y era quien mandaba para todo", dijo Aida.

'Testigo potencial'

La dominicana fue citada por las autoridades para que diera su versión sobre lo ocurrido con su patrona. Era clasificada como una 'testigo potencial', nunca como una sospechosa y menos fue acusada, en principio.

Como estaba en condición de testigo potencial –una figura que estipula la ley puertorriqueña-, Aida fue llevada al Albergue para Víctimas y Testigos, y ante sus quejas y la amenaza de suicidio, pasó a disposición del Servicio de Inmigración, por su condición de ilegal, para que fuera deportada a la República Dominicana.

Durante más dos años la Justicia puertorriqueña, por falta de pruebas contundentes, se olvidó de la acusada hasta que, de forma sorprendente, la Fiscalía decidió reabrir el caso y acusarla de asesinato en primer grado, destrucción de evidencias y violación de la Ley de Armas, aduciendo "pruebas circunstanciales" que, según la prensa boricua, se basan en 15 declaraciones juradas y ocho análisis de pruebas periciales.

Aida, tras conocer los cargos que pesaban en su contra, decidió, voluntariamente, viajar a Puerto Rico el pasado mes de octubre y ponerse a disposición de la Justicia.

Expertos en asuntos de Migración señalan que si Aida hubiera querido tratar de evadir enfrentarse a la justicia puertorriqueña, pudo haber demorado su regreso a la isla en por lo menos tres años, dado lo largo del proceso de petición y decisión de extradición, que las autoridades puertorriqueñas habrían tenido que realizar, vía el Gobierno de Estados Unidos.

Las 'pruebas' del crimen

Durante el juicio que se ventila ante un jurado, una experta del Instituto de Ciencias Forenses dijo en su declaración que el cuchillo utilizado para asesinar a la esposa del ex juez no contenía material genético de la mujer dominicana.

Aclaró, además, que bajo las uñas de la esposa del ex juez se encontraron restos que, dijo, "son más de un varón". E informó también que en toallas, camisas y un pañuelo encontrados en la casa, en la fecha de los hechos, se detectó sangre del ex magistrado.

El ex juez, de 91 años y que su familia alega que ahora padece de demencia senil, ni está imputado en el caso, ni ha acudido a declarar como testigo y que desde el incidente no ha aparecido en acto público alguno en Puerto Rico.

La única manera en que la Fiscalía hasta ahora ha podido vincular a Aida con el crimen es una huella suya, entre muchas otras, en el cuchillo homicida. Ella ha dado la más lógica y sensata de las explicaciones posibles a ese hecho: "Yo trabajaba allí, en la cocina, cocinaba allí".

Pero este parece ser un detalle al que la Fiscalía no le ha prestado mucha atención. Las disputas de dinero entre la víctima y el esposo y los informes de que alguien intentaba extorsionar a Georgina con unas fotos, según se dice, son "comprometedoras", tampoco parecen ser importantes.

Aunque en la sala 1105, del Tribunal de San Juan, no se han divulgado detalles de la declaración jurada que el ex juez ofreció tres meses después de la muerte de su esposa, quedó claro en el juicio que las autoridades sospecharon de él en algún momento.

Dos años después de la muerte de su esposa, las autoridades incautaron el vehículo del ex juez en busca de sangre o material biológico de la mujer o de sus atacantes, que podrían haber sido transportados en el mismo.

"Una vitrina de lo inaudito"

El presidente del Comité Dominicano de los Derechos Humanos en Puerto Rico, acusó a la Fiscalía de ese país de fabricar un caso, a sabiendas de las pruebas, para tratar de proteger al ex juez puertorriqueño. A su entender, Aida es "la víctima perfecta", por tratarse de una mujer negra, pobre e indocumentada.

De su lado, el cónsul de República Dominicana en Puerto Rico, Máximo Taveras, solicitó a las autoridades que garanticen la integridad física de Aida, quien sufrió un intento de estrangulamiento por la espalda, lo que no le permitió ver a su agresor, y que casi le cuesta la vida.

El periodista y columnista del influyente diario puertorriqueño El Nuevo Día, Benjamín Torres Gotay, ha sido enérgico contra la justicia de su país al escribir: "Es para llorar lo que está pasando en ese juicio, pues, como en una vitrina de lo inaudito, en el proceso está quedando al descubierto, pieza por pieza, con una claridad que deslumbra, todo lo que está mal en nuestro sistema de justicia: la chapucería, el abuso contra el indefenso, la protección del influyente, muchas cosas feas más: una verdadera tragedia.

Es que así, queda demostrado, una vez más, que aquí las cosas, en nuestro país: fuete para el indefenso, flores para el influyente. El veredicto entonces, tiene que ser implacable: el sistema de Justicia ¡Culpable!

Visto este panorama, allí, en el banquillo de los acusados de la Sala 1105, del Tribunal de San Juan, no solo está sentada Aida de los Santos, entienden no pocos boricuas y dominicanos residentes en la isla. Está también todo el sistema de Justicia, de Ley y de Orden de Puerto Rico.

Por Elena Torres

 
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